domingo, 11 de noviembre de 2012

Madrugadas

Me hablas de volar y yo no paro de llorar.
Leo y ya no me encuentro en esas letras. Escribo y no quiero verme.
La ventana nunca fue tan inalcanzable para saltar.
Esta vez me encierro. Y quiero que vengas tú a cogerme de la mano.
A llevarme contigo.
Te vuelvo a oir, a imaginar, a llorar. Ya no se si te lloro a ti o me lloro a mí.
Ahora pienso en el pecado, que no quieres reconocer. Y me lloro a mí esta vez.
Y a ti te odio un rato. Hasta darme cuenta de que no eres tú.
Sigues sin ser tú.
Y ese tú nunca fue tan nosotros. Un nosotros que alejo hasta convertir en un ellos.
Ellos, desconocidos, vacíos.

Ese tú, aún no apareció.

Y ahora le lloro a él.

No hay comentarios: