lunes, 14 de junio de 2010

Ya no quiero que la verdad penetre a nadie, eso no significa que deje paso a la mentira, pero encontrar el punto justo en el que puedo ser yo a distancia y disfrutar del vaivén de los que no saben y los que dejan de saber, o de los que no son conscientes de que saben lo que saben (como diría Anna). Que nos envuelvan las ráfagas de aire que entran por la ventana. Dibujar los lunares de tu piel, que se me manchen los dedos con tu chocolate. Diminutas bolas de luz revoloteando por mi habitación. Las sábanas dibujando las olas del mar. Tú escupiendo cursiladas. Yo sacándote fotos a los pies. Que me toques el ombligo. Intentar encontrar el punto intermedio entre los ruidos y los silencios de esta ciudad. Ponértelo fácil, hacer que no me quieras. Notar cada sílaba que sale de mi boca, cada palabra que se enreda con las tuyas, tú y tus manos, grandes y frías. Que la mayoría de personas no me comprendan y eso me haga incluso un poco feliz. Por un momento olvidar los deseos y los sueños, centrarse en la realidad. Volver de una noche reversible y una cara triste de despedida. Yo en el autobús. Un concierto que nos deja con mal sabor de boca. Lágrimas calientes. Madrugar, son las seis, todo da vueltas, mi cama, mi techo, tu boca en mis… ¿Cuentas los días para que llegue o pase algo? Yo sí, faltan cuatro días y dos catástrofes.

1 comentario:

Sil dijo...

Silvia me encanto laidea de transferir tus emociones en tan bellas palabras