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Conozco el significado de la soledad y a la vez la compañía más efímera. Sé que es sentirse pequeña y grande a la vez, y que el mundo me encoja el corazón. Sé que es tener un hombre por día y por cama, lo sucio y lo vacio de la perversión más placentera y vulgar. Y también sé que es no tener a nadie que caliente tu cama, nadie que te espere en el sofá, nadie que te mire en silencio, nadie que te prepare el desayuno los días de lluvia. Nadie para cambiar tu vida. Sé que es que no exista nadie que te haga encender, despertar, vibrar los domingos, y nacer los miercoles, que te acaricie el pelo y te coja la cara mientras te besa. Y llega ese momento del día en que decides pensar en todo lo que te ha sucedido hoy, todo lo que has observado y de qué manera lo vas a interpretar y lo vas a hacer tuyo. Y quiero tumbarme en la cama contigo, porqué ya no eres nadie, y que el mundo desaparezca un poco.. (el mundo exterior, no el nuestro). Pero sabes.. el mundo no desaparece cuando cierras los ojos, ¿verdad?.
Entonces decidimos aislarnos de todo lo tangible, dejarnos llevar, con miedo, con dudas, y con la miel en los labios. Y dibujo sombras en tu piel. Veo la necesidad en tu carne, las ganas, la fuerza, el deseo, chillar y quedarme quieta en un beso sordomudo.
Y ahora desapareces, ya no hay nadie, vuelvo yo. Se juega, se transmite, se siente, se desea, se tuerce, se huele, se vuelve, se cae, se persigue, se dibuja, se persigue, se tiembla, se rompe, se explota en mil pedazos. Y de golpe te vuelves a sentir vivo, como por arte de magia, como un golpe de aire que te devuelve el aliento.

(Me gusta que seas mi paréntesi)

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No quiero ser un espaguetti. No quiero ser un espaguetti.
¿Te casarías conmigo cuando cumplamos 70 años?
No tienes nada que perder.

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