jueves, 4 de febrero de 2010



Vivían en Norteña, una ciudad costera donde la mar era gris y la lluvia eterna. Ella pasaba frío apenas la noche llegaba. Con una manta a cuadros él la arropaba. Prometieron quererse mientras el frío existiera.
Él la llamaba Ana La Friolera.


Tuvieron una riña y él la dejó marchar, supo que no volvería, no vuelve la ola al mar. Ella pudo llevarse todo lo que tenía pero dejó olvidado el frío que sentía, ahora, bajo la manta a cuadros, él trata de coger el sueño. Desde que ella se marchó allí siempre es invierno y la buscó sin descanso desde San Pedro a Las Mestas. Teme morir congelado una noche de éstas.
La gente me llama insensato, yo aún doy mi vida entera por sólo una noche con la chica friolera.


Ana La Friolera, Ana La Friolera, Ana La Friolera, Ana La Friolera...

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