martes, 16 de febrero de 2010

Te odio. Te odio por estar en ese concierto y verte sin que me vieras. Te odio por verte en las paredes grises, te odio por verte en las miradas ajenas, te odio por verte en las colonias baratas del metro de las nueve de la mañana, te odio por verte en los escaparates, te odio por verte en los libros, te odio por verte en la música, te odio por verte en los carteles desgastados de las películas de los años treinta, te odio por verte en cada film, te odio por verte en [i]Deseando amar[/i]. Te odio por lo que no eres. Te odio por como no eras y eres. Te odio por irte. Te odio por quedarte dentro de mi. Te odio por ser y por no ser. Te odio por quererte, aún. Te odio porque apareces en sueños sin questionarlo siquiera. Te odio por No preguntar. Te odio por no dejarme hablar. Te odio por no expresarte. Te odio por ser cobarde. Te odio porque por primera vez en mi vida, el dolor del pecho me ha hecho despertar esta mañana. Te odio por cómo me miras. Joder, ¿POR QUÉ COJONES ME MIRAS ASÍ, DIME? Si tanto interés tienes en que te olvide, sin tan poca cosa, nula, soy para tí. ¿Por qué me miras así?




Me vuelvo a Nunca Jamás,
búsquenme en el sol más alto de Monteferro,
en el atardecer más violeta que me regale la playa del equilibrio,
en una mañana de viento o en un balcón con vistas a mil sueños.


Hasta marzo.

1 comentario:

A. dijo...

Porque a veces la impotencia de pensar que nunca sabremos lo que hay en ciertas mentes, mentes que nos importan más de lo que queremos reconocer, nos provoca un taladreo constante...
de quién es esa estrofa última? :)