Desde mi habitación puedo oír el
sonido del mar,
esta noche la olas nos bailan.
Hay salitre en mis recuerdos
y una brújula sin agujas.
Tengo algo que me trepa por dentro
y las ganas de gritar sujetándome
las cuerdas vocales.
Me recorre un hormigueo desde el
vientre hasta el cuello
y parece que siento tu lengua devolviéndome
a la vida
en este mismo instante..
Noto tus besos en mis caderas
y las sábanas se retuercen solas
tiritando a tu espera.
Recuerdos instantáneos de un
pasado
en el que jugábamos a inventar
revoluciones
como hacer equilibrios sobre
líneas discontinuas.
Nos gustaban esas cosas estúpidas
y magnéticas
como comernos la boca y el frío en
medio de un paso de peatones.
O como inventar nuestro propio quilómetro
cero
desde el que empezaba un mundo sin
fin.
Perdíamos el reloj mirando a la
luna,
una luna devorada a mordiscos
por un cielo que se negaba a
cobijarnos.
Puede que nosotros provocáramos
más diluvios
que él mismo encerrado en su
tristeza.
Tus ojos estaban hechos para
bucearme
Y tu lengua para sentenciarme;
“Estamos sentimentalmente
compuestos” decías.
Dispuestos a dejarnos imputar,
a cumplir las condenas de nuestros
cuerpos
sedientos de fuego y dolor.
Sabíamos que en caso de emergencia
siempre podíamos romper a llorar,
que éramos el azúcar de nuestro
juego
y podíamos salvarnos mutuamente.
Pero empecé a quedarme sin alma y
sin sueño por ti,
me sentaba a esperar tu regreso al
amanecer,
justo donde se separa el cielo del
mar,
donde las olas nunca se rompen,
y la bruma adiestra tus velas.
Y ahora,
que despierta tu rosa de los
vientos
no existe puerto en el que atar
cabos,
ni orilla desde la que volver a zarpar.
2 comentarios:
Empieza tan bonito que el final estremece! Gracias por transmitir =)
Son los giros de la vida..
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