jueves, 14 de marzo de 2013

Y ahora



Desde mi habitación puedo oír el sonido del mar,
esta noche la olas nos bailan.
Hay salitre en mis recuerdos
y una brújula sin agujas.

Tengo algo que me trepa por dentro
y las ganas de gritar sujetándome las cuerdas vocales.
Me recorre un hormigueo desde el vientre hasta el cuello
y parece que siento tu lengua devolviéndome a la vida
en este mismo instante..

Noto tus besos en mis caderas
y las sábanas se retuercen solas
tiritando a tu espera.

Recuerdos instantáneos de un pasado
en el que jugábamos a inventar revoluciones
como hacer equilibrios sobre líneas discontinuas.

Nos gustaban esas cosas estúpidas y magnéticas
como comernos la boca y el frío en medio de un paso de peatones.
O como inventar nuestro propio quilómetro cero
desde el que empezaba un mundo sin fin.

Perdíamos el reloj mirando a la luna,
una luna devorada a mordiscos
por un cielo que se negaba a cobijarnos.
Puede que nosotros provocáramos más diluvios
que él mismo encerrado en su tristeza.

Tus ojos estaban hechos para bucearme
Y tu lengua para sentenciarme;
“Estamos sentimentalmente compuestos” decías.
Dispuestos a dejarnos imputar,
a cumplir las condenas de nuestros cuerpos
sedientos de fuego y dolor.

Sabíamos que en caso de emergencia
siempre podíamos romper a llorar,
que éramos el azúcar de nuestro juego
y podíamos salvarnos mutuamente.

Pero empecé a quedarme sin alma y sin sueño por ti,
me sentaba a esperar tu regreso al amanecer,
justo donde se separa el cielo del mar,
donde las olas nunca se rompen,
y la bruma adiestra tus velas.



Y ahora,

que despierta tu rosa de los vientos
no existe puerto en el que atar cabos,
ni orilla desde la que volver a zarpar.

2 comentarios:

óscar dijo...

Empieza tan bonito que el final estremece! Gracias por transmitir =)

Sílvia dijo...

Son los giros de la vida..