martes, 12 de julio de 2011

Amor,

querer es correr en dirección contraria a las heridas.

Me informan desde dentro

que me haces falta -demasiada- algunas tardes

y a tu lado el tiempo se vuelve una medida

que sabe que el pasado es una naranja seca

y que sólo se puede beber el zumo de las bienvenidas.

El mundo comienza entre tus dedos

y yo pienso en tus labios buscándome

en cualquier asiento de cualquier noche,

en cualquier hora de cualquier coche.

No se si llamarte eternidad

porque luego nos visitan los temores de siempre

y no hay mayor preso

que el que tiene que cumplir una promesa

para la que ya no quedan sentimientos.

Prefiero nombrarte calma,

quemar en una fuente los portazos,

abrir puertas en el agua

y buscar entre tus piernas

algo de ternura,

que tu carne alguna mañana

me de los buenos días.