miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sabemos que aunque vengan vientos de levante o la tramuntana intente arrancarnos lo bueno que nos queda, no debemos correr, sólo esperar a que el vendaval pase. Aún así sé que soy de las que corre, de las que correría una vida para olvidar o cambiar algunas cosas. Qué estupidez no actuar como nuestra razón nos dicta.

Nos pasamos la vida entera acercándonos y tomando distancias, en un vaivén continuo, respecto a uno mismo. Siempre estamos a la espera de lo que puede suceder, en la línea de salida, siempre con prisa, siempre impacientes por que algo ocurra, algo distinto, nuevo, definitivo, trepidante. Y siempre ocurre, cuando menos te lo esperas, tal vez... un dieci poco de noviembre de un año cualquiera. Entonces sentiremos el vértigo en todos los rincones de nuestro cuerpo, aunque creo que el vértigo no es el miedo a caer, sino las ganas de volar, volar, volar..

No sé si el equilibrio es posible o imposible, pero seguro que no es mejor que la magia de no saber si arriba o abajo, caer o mantenerte en lo más alto. Un abrazo puede ser el (no)equilibrio que se necesita para sonreír. Porque soñar miradas que gritan un abrazo es mejor que cualquier otra cosa. Y así intentamos convencernos de las que creemos 'nuestras' verdades.

Pero nada es suficiente en este aquí y ahora, queremos más, ¿ por qué siempre regresan esas ansias de comerse el mundo, de más? Somos como un secreto veloz y una llave de espejo, indudables siempre, como todos los abrazos enamorados, somos la luz veloz de la lluvia... Somos todos igual que amanecer, o una noche cerrada...y nadie puede ser vuelta o espejo interminable, así decidimos que sería el juego, con esa conexión de por vida.

(Y de regalo, mil viajes sin cabeza y sin sentidos... Que me encantan los viajes sin cabeza y sin sentidos...palabras ilógicas, ilógicos textos...pero siempre miradas acompañadas de susurros polares, porqué inevitablemente me acompaña el frío, ese que se instaló dentro de mi, con sus mejores casualidades, claro que sí! Para ayudarme a esquiar hacia arriba.)


Y de mientras, dejamos volar nuestra mente, o al menos yo lo hago. Libre, como ese espíritu cosido a mis recuerdos, como lo más efímero que guardo en mi. Volamos de acera en acera, de esquina en esquina, buscamos nuestra sombra, nuestros reflejos, nuestras manos jugando con el aire, un aire frío pero tierno, revoloteando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles, como ese tiempo que nunca se acaba de perder o todas nuestras playas en invierno. La manera de abrigarnos el camino.

Pero hay momentos en los que debemos regresar, tocar de pies al suelo, rodearnos del salitre que nos devuelve a la realidad, pensar que nada es más simple, que no hay normas, creer en las contradicciones, saber que nada se pierde, todo se transforma. Y a la vez, nuestra inconsciencia llamando a la puerta, y a las ventanas cuando no abrimos, arañándonos las cortinas, las puertas y las patas de las sillas, diciéndonos que debemos seguir, no escuchar, seguir y seguir, porqué mucho de lo que está prohibido es lo que nos hace vivir. Y es que de nada sirve decir las cosas más altas para sentirlas más cerca; La gente que ama siempre ensancha el horizonte.

Ya lo decía Kurt Cobain, hay un lugar donde no hay tierra ni hay agua, donde no hay fuego ni aire...donde no hay límites, sino espacios infinitos. Me gustaría creer que hace tiempo que encontré ese lugar, aunque a veces deba evadirme de él para apreciarlo y sentirlo mío.

Me gusta la palabra inevitable, igual que muchas otras, pero hoy me gusta especialmente esa, aunque me recuerda a las excusas, sí ya sea a las de los niños cuando son pequeños o a las más viles de los adultos. Excusas que nos hacen estar aquí. Como el pétalo después de la lluvia, como los pinceles después de pintar, como tus ojos después de despertar o tu cabeza antes de explotar. Como tus pensamientos antes de empezar a nacer o tu memoria después de olvidar. Inevitable. Igual que el reloj antes de tocar las siete y veintisiete, igual que tus prisas antes de salir, o la bronca nada más llegar. Como tus ojos antes de llorar y las lágrimas después de caer. Como tu cara después de un suspenso y tu sorpresa después de un regalo. Como el pez antes de ser sacado del agua y el sol antes de salir. Como las estrellas antes de brillar y una vela después de apagarse. Igual que Pinocho mentiroso y Blanca Nieves tierna. Igual que tus ojos son mis ojos y tus sueños son los míos. Igual que un beso de los míos en la nariz o en la frente, o un adiós hasta luego, ese sentimiento de echar de menos que ocupa ese 40% de mí. Como el negro se come al blanco y el blanco a todos los demás. Como el caramelo que te hace chillar cuando pica en la boca y el niño que te hace enloquecer. Igual que la palabra más tierna del mundo y el suspiro más eterno de tu boca. Como el zumo de las naranjas después de ser exprimido y el gusto del limón después de ser absorbido. Como el agua después de vaporizarse y la mancha antes de aparecer. Como el poeta antes de escribir y el niño antes de leer. Como las nubes antes de despertar y tus ilusiones después de un final. Como todo, como nada. Y que mas da, si igual, el mundo es una locura...Como la locura, después de aquel beso, después de aquella mirada, de aquel gesto, de aquel suspiro...Como el sabor después de la amargura, como la serenidad después de la inocencia y el ruido después de el silencio. Como el amor antes de conocer, Como todo, como nada. Tal vez como el susto después del estruendo. Inevitable. Todos deberíamos ser así, un poco más o menos.

Ya sabemos que las cosas más importantes de la vida no son cosas. Puede que por eso ya no tengamos miedo a lo que vendrá ni a lo que sentiremos, porqué ya no hay nudos que saltar, porqué a pesar de todo, siempre pensé que somos casualidad.



Yo tampoco sé vivir, estoy improvisando.

3 comentarios:

ego dijo...

me deslizo.



y no sé.

Anónimo dijo...

Yo también improviso... pero casi siempre me sale mal.

A. dijo...

Tu penúltimo párrafo, ese construído de comparaciones,me gusta especialmente...a mi también me gustan eses instantes, sgundos, milisegundos, que se yo... antes o después de lo que sucede.
Besos desde aquí, hasta allá!