miércoles, 13 de mayo de 2009

Todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca..







"Lo malo de llorar cuando uno pica la cebolla
no es el simple hecho de llorar,
sino que a veces uno empieza
y ya no puede parar.."

4 comentarios:

Josuebrussa dijo...

no se si los enciende pero...por ahí gracias a mis amigos y cosas lindas q comparto los mantengo secos :)

una vez se encendieron pero me los apagaron de golpe :(

a mi me gusta llorar con las cebollas

lo malo es el olor q me queda en las manos lo detesto

Josuebrussa dijo...

pd: pasate por mi blog

http://perspectiva-cero.blogspot.com/

jajajajaja

Favio dijo...

y te dejan llorando a veces
y no paras
porque tu llama murió de golpe
sin saber cómo
del mismo oxígeno que la encendió...

me gustó :)

Susanita dijo...

me encanta ese libro lo leí cien veces