lunes, 23 de febrero de 2009

Valiente


Para los que no lo sepan, adoro los abrazos de agua, perderme en el mismo suelo que cualquiera, ya sabes, ‘si tu te mueves yo también me muevo’.. y sigo buscando respuestas en canciones de Maga, ¿Dónde acaba un beso?. Sigo acomodándome en tu risa… Blanco. Nieva. Y creo que va a seguir haciéndolo hasta que te encuentre, hasta que bajes de ese tren o llegues a mi andén. Hasta que sepa donde acaba. ¿en esta comisura? ¿en este pliegue? ¿en qué pupila? Creo que va a nevar hasta que me cubra de blanco y se me encharque el corazón. (Va a nevar hasta que puedas volver y escribir ‘te quiero’ en el jardín.)


Sigo buscando..

Es cierto, lo he hecho, me he mojado, he roto nuestras cartas, me he desenredado, te he querido y odiado a partes iguales, he perdido a Wally, y al norte. La niebla y la nieve.
He tenido un catalejo, porque, ¿sabes? Yo una vez fui pirata (y me quedé afónica de tanto cantarle al mar), he llorado y he reído. Aunque pueda parecer que no, lo he hecho todo.
Y es que.. supongo que esta vez, la ciudad es lo suficientemente pequeña para habitar un número incierto de casualidades.

Se repite.
Se repite.
Se repite.


Otra vez, llorando, con ojos turquesa. Él era tan guapo que dolía pero tenía algo odioso en la comisura de los labios. Tenía algo que podía taladrarme las mejillas, unos párpados hirientes. Tenía, sobre todo, que no eras tú.
¿ves? He vuelto a hacerlo.
Y esta vez, no pido que nadie lo entienda.

Nieve-Nieve-Nieve.

Durante un tiempo tuve que anudarme la garganta, callar y no decirte nada, de nada. No decirte hola ni saber decir adiós. Porqué hubo un tiempo en que lo decía. Sólo decía adiós. Pero me desagradaba y era tal la atracción que me produjeron los ‘hasta-luegos’ que empecé a llenarme la boca con sus sílabas.. Los introducía entre los dientes, los masticada y tragaba sin respirar, como los jarabes de Mary Poppins, que por mucho que dijeran, eran horribles. Así pues, me los tragué y cuando ya estaban todos así, cómodos, tranquilos, en calma armónica en el fondo del estómago, los empecé a utilizar en mis despedidas. Y por mucho que supiera que en dos meses no sabría de ti no decía más que hasta luego.
En conclusión, que las despedidas de papel coûche y plastilina terminaron deslizándose en demasiadas ocasiones por la punta de mi lengua, que es donde habitan todo ese tipo de palabras, y se me están acabando.Últimamente ya utilizo más la palabra adiós pero estoy dispuesta a darme otro atracón de ’hasta-luegos’ si me lo propones, si te quedas conmigo. Porque el adiós no deja lugar a apelación alguna, son finales sin más. Y sé que es una respuesta valiente para aquellos que se van. Pero los valientes duran poco.

(Volví a perder las rallas rojiblancas de Wally.)

¿Y qué me decías del silencio? Me faltan cosas para regalar así que muchas veces regalo silencio. En un bote vació cabe mi silencio en gotas azules. Así cada vez que el mundo grite, cuando todos estén agitados y rebuznen.. mi silencio lo envolverá todo. Puede que esta no sea una característica sensata para cualquier valiente. No. Por mucho que mi abuelo, el poeta, se empeñará en decirme. ¿de qué puede servirnos buscar un silencio que nos estalle entre las manos? Ni siquiera un hasta luego podría traernos más calma, pues.
He escrito tantas cartas, tantas palabras con el silencio, he tenido tantas conversaciones cosidas a él, que la poca tinta que me queda sólo puede abrazarle. Abrazarle y estar callada. Porqué hay días en que una sólo necesita una pequeña excusa para quedarse en silencio y sentirse menos valiente.
Porqué seguramente no soy la única a la que a veces el alma le aprieta, no soy la única que ha sentido que es otra la persona que utiliza su cuerpo mientras duerme. Alguien frágil y con delicias varias, que se araña y se golpea. Alguien con sentimientos de papel. Avión.
Creo que esa persona está empezando a utilizar mis miradas y camina despacio para que no la oiga. Pero últimamente me levanto con restos de carmín en los labios y la duda se vuelve a evaporar.. Quizá ella haya conseguido besarte. Valiente.
Seguramente sea esa persona a la que le has contado qué hacer con los secretos que aun me quedan. Porqué yo intenté echarlos fuera, que se marcharan y sólo conseguí enviarlos al sentido más lejano, la oída..
Esa persona que utiliza mis manos y mis cosquillas. Que vive cuando duermo. Compartimos el plural de la relación. Porqué así podemos decir que ya sabemos dónde acaba un beso. Sht.

(Vuelve a nevar pero voy a bailarle al sol y al viento)

1 comentario:

Anton dijo...

ññññ
son las 11:47
acabo de llegar a casa
toque lo que me dijiste que tocara
bebí unos chupitos muy desagradables (si a golpe de lunes)
tengo ampollas en los pies (salir por vigo es muy duro)
y me voy a la ducha y despues quizás ire a dormir un rato, pero lo dudo.

muuuuuuaaaaaaaaa